martes, 28 de julio de 2009

Relatos

El desconocido

Sara lo miró a través del cristal. Aún no podía creerselo. ¿En qué se había equivocado?¿Cómo podía haber criado al monstruo que ahora todos le decían que era?Nunca había habido señales, nunca había sido un niño muy sociable, pero Sara siempre había pensado que era por su timidez. Tampoco había mostrado ninguna de las señales que se ven en las series de ficción, nunca había matado a ningún animal...o eso pensaba ella. Sinceramente ahora dudaba de todo.

Por su cabeza se sucedían cientos de imágenes de cumpleaños, navidades y regalos, y de cómo su carita de niño se iluminaba cuando abría un paquete. No podía ser cierto, NO! su hijo no podía haber hecho esas cosas terribles de las que lo acusaban, él no!. Se acordó de la primera vez que le pidió permiso para salir con sus amigos y entonces dudo... ¿tendría que habérselo prohibido?¿Tendría que haberlo retenido más tiempo a su lado?¿Tendría que haberlo vigilado más?Pero no podía pensar así, él no había sido.

Luis permanecía sentado al otro lado del cristal, sabía que algún jodido policía estaría allí observando sus movimientos, intentando ponerlo nervioso.
- ¡Ja!-pensó - como que me vais a hacer hablar! Esa zorra se lo merecía, además, yo sólo le he hecho un favor al mundo. No me arrepiento, ¿por qué debería hacerlo? -
Luis no sentía nada, ni miedo, ni vergüenza, ni compasión ni remordimiento. Estaba vació, nunca hasta ahora habia conseguido sentir algo. nunca le habían importado sus padres, ni las fiestas de cumpleaños, ni las Navidades. ¡Jo como odiaba las Navidades! Tener que poner cara de sorpresa ante unos regalos estúpidos, la amabilidad de la gente en las tiendas y todo eso...¡Que asco le daba! Nunca se había sentido parte de nada. Su vida había sido una gran representación en la que él era tan sólo un extra, de esos que salen durante toda la película, pero al final aparecen en los créditos como " policía 2" o algo así. Por fin, él era el protagonista. Por fin había sentido algo.

Sara lo observaba y veía con tristeza como su hijo se sonreía de vez en cuando, con una sonrisa fría que le helaba las entrañas, esas que lo acogieron durante nueve meses y lo protegieron. ¿Que hice mal? se preguntaba una y otra vez. La pregunta no se le iba de la cabeza, cientos de voces le sussurraban al oído que ella era la culpable. Quizás fue el divorcio, hace dos años, o quizás tendría que haberlo animado a practicar algún deporte en vez de pasarse las tardes delante del ordenador o de juerga con sus amigos. ¿Por qué no me di cuenta?Me habré cegado como madre y no habré visto lo obvio?
Luego pensó en Laura, la había conocido hacia unos meses, había ido ha casa con Luis a preparar un trabajo para el instituto y le había caído muy bien. Era una chica alta y esbelta, con una larga melena negra brillante y unos preciosos ojos verdes llenos de vida. Su ropa siempre estaba impecable, cuidada, como recién estrenada y también era muy amable. La segunda vez que vino a casa le había llevado unas galletas que cocinaba su madre. Ella nunca le había hecho galletas a Luis. Era una chica estupenda y parecia que entre ambos podia haber algo más que amistad, pero Luis siempre lo negaba, decía que era demasiado guapa para él y que no tenía tiempo para esas cosas. Era tan dulce...Y pensó en su madre, cuando la había visto salir derrumbada, llorando a gritos y muerta de dolor después de reconocer el cadáver de su hija de 15 años. Pensó en acercarse a ella y darle el pésame, pro se lo impidieron, y ahora daba gracias que lo hubiesen hecho , pues no había nada que pudiese hacer o decir que le devolviese a Laura. Ella la habia perdido para siempre....
-¡Bang! Luis golpeó el cristal desde el otro lado profiriendo insultos e injurias o por lo menos eso parecían...Entonces lo miró a los ojos y por primera vez los vio de verdad. Eran unos ojos negros, vacíos, inexpresivos. su cara ya no era la del niño que recordaba, aquella persona que estaba allí , gritando y a porreando el cristal no podía ser su Luis.
Se aparto, temiendo que pudiese verla ahora, dudando de él. Entonces, de repente lo supo. Ya no tenía dudas. Sabía lo que tenía que hacer...Y lo haría!

1 comentario:

  1. Cruda realidad..y que triste para una madre no reconocre a su propio hijo son realidades que están ahi.
    Un abrazo grande.

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Suspiros de hadas